El tiempo que dormimos y la cantidad de tiempo que necesitamos dormir varía con la edad6.
Niños hasta adolescentes
Los bebés necesitan hasta 19 horas diarias de sueño, divididas en períodos de tres o cuatro horas. Para cuando empiezan el colegio, los niños requieren entre 10 a 12 horas de descanso. Sin embargo, estudios sobre los hábitos de descanso de los adolescentes indican una reducción en el número de horas que duermen, que se acuestan más tarde y su nivel de somnolencia a lo largo del día es mayor. Es probable que en esta etapa de su vida los adolescentes requieran más horas de descanso, pero muchos factores pueden afectar sus patrones de sueño: la pubertad puede causar somnolencia durante el día, inclusive cuando el adolescente no tiene problemas para quedarse dormido por las noches. Los cambios en el ritmo circadiano puede también afectar los patrones del sueño. Además, factores medioambientales o sociales, como el hecho de que el horario de acostarse ya no esté supeditado a lo establecido por los padres o que tengan un trabajo a tiempo parcial, pueden afectar el ritmo natural del sueño.
Adultos
Alrededor de los 20 años de edad dormimos entre siete y ocho horas cada noche, si bien hay considerables variaciones entre individuos en relación a lo que se consideran suficientes horas de sueño. Un adulto joven sano permanecerá la mitad de la noche en la fase de sueño de movimiento ocular no rápido (NREM, en sus siglas inglesas) y un cuarto en fase de movimiento ocular rápido (REM, en sus siglas inglesas).
Mediana Edad hasta la jubilación
Los patrones de sueño comienzan a variar en la mediana edad y al llegar a la tercera edad nos sentimos somnolientos más temprano por la noche y por las mañanas nos despertamos más temprano. También existen más posibilidades de experimentar interrupciones del sueño durante la noche y sentir necesidad de tomar una siesta durante el día, lo cual a su vez puede afectar la calidad del sueño nocturno.
¿Qué factores afectan al sueño durante el envejecimiento?
La melatonina es una importante hormona encargada de regular nuestro reloj natural, que a su vez controla el ritmo circadiano de sueño-vigilia. La producción de melatonina varía a lo largo del día y es afectada por la luz; con el incremento de los niveles de melatonina, con la llegada de la oscuridad, el reloj circadiano indica al cerebro y al cuerpo que está oscuro y es hora de acostarse1 2. La melatonina continua enviando el mensaje nocturno al cuerpo durante la noche, lo que asegura el control adecuado de los sistemas homeostáticos (ritmo de sueño y presión arterial).
A medida que las personas envejecen la capacidad de producción de melatonina del organismo se reduce, y esto conlleva a que sean propensos a tener problemas sueño o insomnio, además de dificultades de mantener una presión arterial baja durante la noche, debido a que el cerebro se encuentra en un estado “despierto”3.
Problemas de sueño en los ancianos
Desafortunadamente, durante el envejecimiento las personas tienen mayores probabilidades de tener problemas de sueño4 5.
El trastorno del sueño puede realmente afectar la calidad de vida, por las consecuencias sobre el día siguiente y por la forma que el organismo es capaz de mantener una funcionalida óptima. Si el sueño se ve seriamente perturbado, el afectado podría no estar en condiciones normales de alerta y los tiempos de reacción podrían ralentizarse. El equilibrio de la persona podría no ser el mismo de siempre; además, la falta de sueño puede afectar la función cognitiva (procesamiento mental), por lo que hay menor control de la memoria en comparación con personas de la misma edad que hayan dormido bien.
En las personas mayores, estos problemas pueden empeorar el declive normal de las funciones cognitivas que se suceden en el envejecimiento. También pueden afectar la vida familiar y las relaciones, dado que las personas afectadas pueden ser irritables. El insomnio en una posible causa de ansiedad y depresión.